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jueves, 26 de junio de 2014

¡Ojo con este señor! Vigilarle bien.






Se puede decir, que casi las únicas personas que comprenden, aunque sea de un modo aproximado, el significado, los principios y los propósitos del socialismo son sus dirigentes. Si verdaderamente acertaran, si pensaran de manera coherente y lógica, haría mucho tiempo que su razón les hubiera hecho inclinarse un tanto más a uno u otro extremo de su derecha, y nuestra ciudad no sería lo que es hoy.

Las discusiones sobre las privatizaciones llevan ya décadas, se dice que comenzaron al inicio de la década de 1980, con los planes de privatizaciones de los gobiernos de Gran Bretaña y del gobierno de centro-derecha de Francia, convirtiéndose luego en un análisis un poco más ampliado y general sobre el papel que desempeñan los Estados en la economía de los países en vía de desarrollo o los países desarrollados.

La política económica y los derechos sobre la propiedad son asuntos que nos conciernen a todos, la transición de una economía centralizada y dominada por la “supuesta” propiedad colectiva, a una de propiedades privadas, o sea, hacia una economía de mercado debe ser uno de los temas principales de discusiones que algunos creen ver acercar. La transparencia en estos procesos es de vital importancia, para poder medianamente encaminar el tejido hacia una moderna, mejor y dinámica sociedad. Para tener éxito en esta empresa se deben crear las entidades necesarias, empoderar con conocimientos a todos y establecer el papel adecuado que debe poseer el señor Estado.

Para que medianamente funcionen bien las economías de mercado, se necesita que el Estado sea capaz de establecer y hacer cumplir con cabalidad las “reglas del juego”, pero que las mismas sean reglas justas, necesitamos un conjunto racionalizado de normas precisas, que dejen escaso margen para la especulación, interpretación o discreción. La transición a una economía de mercado no será completa y real mientras no se hayan creado instituciones fiscales eficientes con programas, gastos adecuados y de costos razonables, pues un país depende, entre otras cosas, de su desarrollo económico y de la eficiencia de sus sistemas tributarios y administrativos. Estas limitaciones deben ser examinadas periodicamente por los centros de estudios sobre gastos públicos.

Mucho ojo con el poder, porque el poder ha tendido siempre inclinaciones a crecerse, a aumentar su esfera de acción, el avanzar más allá de los límites que se le han fijado; y cuando el hábito de resistir tal usurpación no es incentivado, y no se enseña al individuo a ser celoso de sus más elementales derechos, la individualidad algo tan natural, gradualmente desaparece y el gobierno o el Estado se convierten en la totalidad. Estar alertas sobre nuestra indefensión no es un drama, aunque el término “drama” podría parecer fuera de lugar, respecto a un caso serio sobre los fundamentos de una determinación seria.

Pues entonces queridos lectores y específicamente mis compatriotas cubanos, no nos queda otro remedio, ¡Ojo con este señor! Que los que se creen más vivos nos acechan y coaccionan con vulgares decretos, y la acción humana no es ninguna labor ordinaria, ni nada por el estilo, no debemos dejar al zorro solo al cuidado del gallinero. ¡Ojo con este señor…, y sus cómplices! Vigilarles bien.







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