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martes, 4 de febrero de 2014

¿Por qué se odia a los judíos?


 Guatao, La Lisa, Joisy García Martínez. 


Uno de los aspectos más dramáticos en oprimir las naciones a sus distintos grupos, lo constituye la formación de una clase especial de ciudadanos, los de primera línea, me refiero hoy a los que pertenecen al Partido Comunista de Cuba (PCC) único permitido legalmente por las leyes y autoridades militares de nuestro país. Les llamaremos “los sin contrapartida”.

La formación de estos grupos tiene un efecto fortalecedor en todas las esferas del brío humano, debido sin lugar a duda muy a menudo a la lucha entre sus convicciones y los fines que representan los distintos sectores en la sociedad. La necesidad de esas agrupaciones, es quizás, la que se comprueba con más facilidad en el dominio de la política, en la formación de los distintos grupos o partidos políticos. Las convicciones y los objetivos comunes, los intereses afines producen en toda sociedad grupos diferenciados, que en cierto aspecto han de actuar como equipos, que mientras más aislados, mejores son de manipular…, recordemos juntos el viejo adagio de… “Divide et impera” algo muy viejo, que traducido al castellano cubanizado nos dice: Divide y vencerás.

Albert Einstein, quien nos asegura que según en su opinión, la uniformidad dentro de una nación no es deseable aunque lograra obtenerse. En un artículo publicado en Nueva York en noviembre de 1938 titulado ¿Por qué se odia a los judíos? comenta sobre como la opresión también resulta un estímulo, inclusive para desfavorecer a otros grupos. Y nos asegura:

La necesidad de esas agrupaciones es quizá la que se comprueba con más facilidad en el dominio de la política, en la formación de los partidos políticos. Sin partidos los intereses políticos de los ciudadanos están condenados a languidecer. Se carecería de la tribuna para el libre intercambio de las ideas. El hombre se encontraría aislado y no podría afirmar sus puntos de vista. Además, las opiniones políticas maduran y se desarrollan a través del estímulo recíproco y la crítica que formulan los hombres que poseen disposiciones análogas y persiguen el mismo fin; y la política no difiere de los restantes ámbitos de nuestra existencia cultural. Se reconoce así, por ejemplo, que en las épocas de gran fervor religioso pueden surgir distintas sectas, cuyas rivalidades impulsan la vida religiosa en general. Se sabe bien, por otra parte, que la centralización -esto es, el aniquilamiento de los grupos independientes- conduce al exclusivismo y a la esterilidad en la ciencia y en el arte, puesto que tal centralización controla, y hasta suprime toda oposición de ideas y las tendencias de la investigación”

El vínculo que me ha unido a los judíos hoy, en especial a los pensamientos eistenianos, es sobre todo el ideal democrático he histórico en la búsqueda de justicia social, ligado a la idea del entendimiento y la tolerancia entre los hombres de paz. Causal del saludable instinto político de todos los pueblos. Claro está, que la vida de los hombres en comunidad, no puede durar largo tiempo sobre la base de la fuerza bruta, la barbarie, el pavor o el odio.

Pues esa es la cabeza de la pirámide de las dictaduras, bajo la cual todas las demás organizaciones se subordinan, se subdividen y se apropian de un espacio diferente de la vida y el quehacer social e individual de la población, que no puede moverse en ningún sentido para escapar de sus tentáculos inmunes e impúdicos. Asfixiándonos, explotándonos, agobiándonos bajo la misma égida aterrorizadora del miedo y las preocupaciones diarias, convirtiéndoles en una maquinaria autoritaria, totalitaria, que no deja un camino diferente a los sectores o grupos distintos para poder moverse y tener eso que llaman esperanza, fe…, pues desde el abogado defensor, hasta el periódico o la más mínima nota divulgativa son extensiones del brazo poderoso del poder de un único grupo. Reflejando un grave desafío a la estructura fundamental de la civilización moderna, situación peligrosa e inicua, sobre todo cuando comienzan por predicar el odio y no el amor. Análisis que culmino como empezamos…, pero con dos preguntas en una, ¿Por qué se odia tanto en Cuba a los demócratas…, y no se legalizan los partidos políticos? A que teméis los “proletarios” desuníos.






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