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jueves, 27 de diciembre de 2012

¿Y por qué no?... todos tenemos un sueño.


El Sermón del monte: Las bienaventuranzas (Mateo 5:9): “Bien aventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios

Si el señor Martin Luther King junior, hoy fuera un opositor cubano… ¿cuál podría ser su mejor consejo y estrategia?
Todos tenemos un sueño, y es una realidad…, por lo tanto, esta modesta imaginería personal podría muy bien ser la versión cubanizada del magistral discurso con contenido cívico, social y universal de ¨He tenido un sueño¨ discurso de quien llevó hacia la victoria en lucha desigual a los pobres discriminados y vejados sectores de la población afroamericana de los Estados Unidos de Norte América y viera su luz el 28 de agosto de 1963, Dr. Martin Luther King Junior, bajo las premisas de las acciones cívicas y pacíficas no violentas.

Posible discurso:

La disidencia y oposición pacífica antitotalitaria está orgullosa de encabezar lo que será ante la historia, la mayor manifestación por la libertad en la memoria de nuestro país.
Hace más de cien años, un gran cubano, cuya simbólica sombra nos acompaña hoy, firmó la Proclama de la emancipación y el derecho de todos los cubanos a la libertad, justicia y fraternidad.
Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para miles de esclavos negros, y blancos, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio y vasallaje. Pero más de cien años después, la vida del negro y los cubanos blancos pobres y espoleados, es aún tristemente lacerada por las esposas de la injusticia y las cadenas de la discriminación, incluso, ante tantos cómplices extranjeros. Cien años después, los avasallados todos, vivimos en una isla solitaria, en medio de un inmenso océano de prosperidad material, solo para la cúpula gobernante y su abusiva oligarquía. Cien años después, los avasallados todos, todavía languidecemos en las esquinas de la sociedad cubana y nos encontramos desterrados en nuestra propia tierra. Hoy dramatizamos una condición vergonzosa.

En cierto sentido optamos por cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra República escribieron las magníficas palabras de la Constitución y las Bases del Partido Revolucionario Cubano, firmaron un pagaré del que todos los cubanos habrán de ser herederos. Estos documentos eran la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Cuba ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros y blancos, pobres y avasallados todos. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Cuba ha dado a los cubanos desposeídos, discriminados y expoliados, un cheque sin fondo, un cheque que ha sido devuelto con el sello de fondos insuficiente. Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la justicia haya quebrado. Nos rehusamos creer que no haya fondos suficientes en las grandes bóvedas de las oportunidades de nuestro país. Por eso luchamos, para cobrar este cheque, el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia. También luchamos para recordarle a Cuba la urgencia impetuosa del ahora.

Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismos, después de más de medio siglo de desigualdades, ventas de esperanzas falsas e incumplidas. Ahora es el momento de tener y de hacer cumplir las promesas de democracia, trocadas en un totalitarismo fiero y alevoso. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación y el vasallaje, hacia el camino soleado de la justicia social. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios, ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia social, hacia la roca sólida de la hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle importancia a la decisión de los disidentes, opositores y pueblo en general. Este verano ardiente por el legítimo descontento de los sojuzgados no pasará hasta que haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

El hoy no es un fin, si no un principio. Y quienes tienen la esperanza de que los espoleados necesitarán desahogarse y ya, se sentirán contentos, pero tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Cuba, hasta que los cubanos discriminados se les garanticen sus derechos de ciudadanos. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que los disidentes y opositores deben decir, a los que aguardan en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia.
Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra propuesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentra la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto la comunidad opositora no debe conducirnos a la desconfianza de la gente afecta e involucrada de cualquier forma con el totalitarismo, porque muchos de ellos como lo evidencia la experiencia, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los derechos defensores de los derechos civiles y humanos, ¿Cuándo quedarán satisfechos?
Nunca podremos estar satisfechos, cuando nuestros cuerpos fatigados de tanto trabajar no pueden alojarse en los moteles, hoteles y centros turísticos, al igual que la cúpula de poder, sus privilegiados y extranjeros, bajo su solvencia económica real, que nos sustrae de la explotación inicua, miserable y vil que nos atropella.

No podemos quedar satisfechos, mientras los avasallados padezcamos de las tortuosas normas de control de la migración interna y externa, discriminación de estancia y circulación en áreas poblacionales que son y deben ser derecho igual e inalienable de todos los cubanos. Nunca podremos estar satisfechos mientras exista un sistema de votación obviamente manipulado, en el cual descaradamente los avasallados e indefensos se ven obligados a entregar su derecho ciudadano de selección de las autoridades superiores a partidarios testaferros, fieles del totalitarismo, que son los que siempre votan con parcialidad prevaricadora para que la misma cúpula y representantes del poder secuestrado mantengan eternamente sus privilegios. No, no, no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que ¨la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente¨.

Sabemos de las grandes pruebas y tribulaciones de muchos de los luchadores de los derechos civiles y humanos. Algunos con las terribles huellas de las prisiones tétricas y atormentadoras, algunos de los buscadores de la libertad golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policial. Muchos son los veteranos del sufrimiento creativo. Hay que continuar trabajando con la convicción de que el sufrimiento no es merecido, es emancipador.

Hay que enfocar con tesón la lucha en todos los barrios, ciudades y municipios, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy los opositores decimos, que a pesar de las dificultades del momento, tenemos un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el justo sueño por los derechos humanos y civiles. Soñamos que un día Cuba se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo, recogido en la Constitución de que todos los hombres somos iguales ante la ley.

Soñamos que un día bajo el verdor de las palmas cubanísimas, los hijos de los partidarios del totalitarismo y de los opositores, luchadores por el establecimiento de la democracia, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Soñamos que un día, incluso en las provincias y municipios más abusivos y extremistas en su injusticia y opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Soñamos que nuestros hijos vivirán en un país en el cual no serán juzgados con arbitrariedad y prepotencia por las discrepancias ideológicas y de conciencia, sino por los rasgos de su personalidad.

¡Hoy tenemos un sueño!
Soñamos que un día nuestro país, cuyo gobernante arroja frases de interposición, entre las posiciones ideológicas diferentes al totalitarismo, se convierta en un sitio donde los niños y niñas, hijos de los luchadores antagónicos, oposición y partidarios todos, caminen como hermanos y hermanas.

¡Hoy tenemos un sueño!
Soñamos que un día los valles serán cumbres y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos enderezados y la Gloria de Dios será revelada y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la Fe con la cual nos elevaremos y alcanzaremos la victoria. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, reír juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que un día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado,
¨Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra de libertad, donde nuestros antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña que repique la libertad.¨
¨Que la patria os contempla orgullosa¨. Y si Cuba ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡Que repique la libertad desde la cúspide del Pico Turquino!

¡Qué repique la libertad desde las alturas de la Sierra Maestra!
¡Qué repique la libertad desde lo más elevado de la Sierra Cristal!
¡Qué repique la libertad desde las escarpadas Sierra de los Órganos!
De cada costado de la montaña, que repique la libertad”.

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada batey, en cada caserío, en cada municipio, en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios Omnipotente, ¡somos libres al fin!... podemos soñar”