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martes, 3 de abril de 2012

Praxis.

La Habana, Cuba, marzo de 2012
Joisy García Martínez.

En el municipio Wanajay, perteneciente a la provincia de Artemisa desde hace 19 días una sonada huelga de hambre protagonizada por el doctor Jeovany Jiménez Vega es el bocadillo de sus habitantes. Un acontecimiento inédito, que por la responsabilidad social que ha asumido él, una parte del pueblo guanajayense y un sector importante de la Iglesia católica es digna de destacar.

En la Edición Especial número 8 del Informativo mensual El Pensador, la Iglesia católica de Wanajay, hace alusión en su espacio llamado Praxis al galeno en huelga, y comienza citando un versículo de (Mt. 7.9-10) ¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Y continúa:
Si un trabajador pide aumento salarial, el jefe debe consultar al hombre o mujer si lo pagado hasta el momento no le alcanza para vivir ni mejorar paulatinamente, o si quiere enriquecerse por encima de los demás. Puede preguntar otras cosas más, incluso decirle que ahora no se puede incrementar salarios, debido a ciertas circunstancias financieras, siempre dando el ejemplo como jefe. Pero no debe en modo alguno, al menos en pleno siglo veintiuno, expulsarlo del trabajo por ello, ni mucho menos invalidarle su título profesional como castigo. Menos todavía se entiende, si la petición del aumento salarial estuvo apoyada por otras decenas de trabajadores.

Una acción con esas características negativas no goza de ningún sentido común. Recientemente el Cardenal en una alocución televisiva sobre la próxima visita del Papa Benedicto XVI dijo a su modo, entre otras cosas, que el autoritarismo niega la verdad.
La decisión de recesar en sus funciones a los galenos Rodolfo Martínez Vigoa y Jeovany Jiménez Vega, fue tomada por el entonces Ministro de Salud Pública, Dr. José Ramón Balaguer Cabrera, inhabilitando incluso sus títulos universitarios por tiempo indefinido. Es un evidente escarmiento para los demás, sobre todo, pues el reclamo salarial que emprendieron ambos médicos estuvo respaldado con la firma de unos trescientos trabajadores del sector de la salud cubana.

¿A dónde va la vida del país si sus ciudadanos no pueden ejercer criterios ni tampoco derechos amparados constitucionalmente? ¿Hay que esperar siempre en silencio y con miedo a que un jefe iluminado reconozca los casos de precariedad de la ciudadanía y desee cambiarlo?

Esta decisión negativa aun yace vigente en los archivos del Ministerio de Salud pública, rama de la cual se enorgullece el gobierno cubano por su capacidad de servicio al pueblo y al mundo. Ya han pasado casi tres semanas desde que el médico Jeovany Jiménez Vega inició por tercera vez una huelga de hambre como medio de reclamo. Recapacitar es de sabios pero es mejor verlo como un acto de buena voluntad y de justicia por parte del gobierno cubano. Gran parte del pueblo de Guanajay y de otros lugares esperan la única decisión positiva y posible: Rehabilitar a los médicos en su trabajo.


 

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