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martes, 24 de mayo de 2011

Pinocho, corazón de madera.

La Habana, Cuba, mayo de 2011
Carretera de San Pedro.
Joisy García Martínez.

Una de las razones que esgrimen los dirigentes y partidarios del octogenario gobierno neocomunista de La Habana para no reconocer una oposición creciente, es que son “asalariados de alguien”, sean los Estados Unidos, la Unión Europea o los naturalmente exiliados, que por distintas razones históricas, -sean políticas, sociales ó económicas- generan los llamados sistemas totalitarios.

Continuamente tildan a sus opositores, sean periodistas, políticos, meros ciudadanos o simplemente miembros de la emergente sociedad civil de ejercer sus derechos políticos y sociales con motivos puramente egoístas y mezquinos. En el corto tiempo que he estado relacionándome con la oposición pacifica no palpé que los impulsos de su militancia tuvieren como prioridad tales fines, -hubiera sido muy decepcionante para mi tal descubrimiento- sin embargo, después de haber hablado con un foto reportero del sistema imperante -y que por lógicas razones mantendré en el anonimato- descubrí, su mediocre salario, las necesidades que pasan y los estímulos por artículos escritos que defienden la ahuecada ideología imperante y he llegado a la conclusión de la falta de ética, la hipocresía, la falsedad y la doble moral de muchos de los políticos y escritores de nuestros tiempos.

En libros que recogen la historia pre-revolucionaria, encontré varios aspectos importantes en el tema. Uno de los pasajes que me llamó la atención fue, el discurso pronunciado por el Sr. Fidel Castro en los Estados Unidos en noviembre de 1955, cuando las plazas y parques pertenecían a los ciudadanos y no existían electores con aspiraciones políticas de cuarta categoría. Estaba visitando Nueva York y allí pronuncio un discurso en el Palm Garden de la calle 52, en el mismo exhortaba al público, en su mayor parte de exiliados cubanos, para que donaran fondos para el movimiento revolucionario. También hablo por esos días en el Flagler Theatre de Miami “No nos importa si tenemos que mendigar por la patria, dijo, “lo hacemos con honor”.

¿A caso era un asalariado del imperio?, ¿era anexionista él y su causa revolucionaria?
Constantemente me pregunto:
¿Existirán en el mundo, causas sin fondos, sin recaudaciones de partidarios y simpatizantes? ¡Imposible!, ¿Periodistas sin fondos? imposible ¿sociedad civil sin fondos? Imposible

Así mismo, en mis modestas lecturas hallé un pensamiento Castrista que se mantiene hasta nuestros días, y muestra de ello son las incontables mesas redondas que por los estatales medios de difusión transmiten con invitados foráneos “mientras haya un solo puertorriqueño, uno solo, que desee la independencia de su país, nosotros tendremos el deber moral y político de apoyarlos. ¡Incluso si hay uno solo! El día que ya no haya ninguno, cesará nuestro compromiso con Puerto Rico”
¿Como los apoyan?, ¿son asalariados los que luchan por la independencia en Puerto Rico? ¿Serán ingerencias las del anciano gobierno de Cuba? Absurdas cochinadas políticas.

La sociedad civil suele definirse como una comunidad creada de forma espontánea y económicamente independiente, que reúne a personas en torno a un sistema de valores y que voluntariamente organiza actividades políticas, económicas o culturales con independencia del Estado, en las cuales se hacen conscientemente y sin esconderse colectas públicas para sus fines.

Los políticos tienen un deber ético y moral con su gente, hoy traigo a coalición el vejo episodio del libro de Ernest Hemingway “El Viejo y el Mar” en el cual Santiago -abandonado de la suerte- logra pescar el pez más grande de su vida y después de enormes sacrificios e impotente, no puede hacer otra cosa que mirar cómo a sido devorado por los tiburones, y dice, “Lo siento, fui demasiado lejos. Nos arruiné a los dos”.Para este emergente lector-escritor, hemos llegado al límite, nos han arruinado a todos, culpa única de Pinocho, corazón de madera.
joisygarcia@gmail.com

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